La cantante de aguas saladas

_Hola, hola, sí, sí. Era de noche, no se, estaba oscuro. ¿Qué? Ya está, no había sol, no importa, bien. Sí. Ella, sí la misma. Bueno en verdad pensamos que era ella, pero no. Se subió al escenario, si, si, caminando, no se, yo tampoco me lo puedo explicar, ninguno. Miró al público, cada uno dice que lo miró a él mismo, pero en verdad me miró a mi solo. Yo creo que fué, no porque le atrajera o tal vez sí, no no, fué porque seguramente vió como uno de los marineros "amigos" me ataba el cordón de la bota a una columna sin que yo me diera cuenta. ¿Qué? ¿Cómo no entendés? Sí, puede ser el destino. Pero no lo hizo para salvarme la vida porque él, ni se imaginaba, sino se hubiera atado el también. Bueno, entonces empezó a cantar y fué donde comenzó el desastre. Todos se golpeaban hasta matarse por ser el único pretendiente de la cantante. Hipnotizados por su voz, enamorados por su melodía, se mataron entre todos. Hasta que quedé yo solo, pidiendo a gritos desesperados de amor que me desaten de la columna, para ir en busca de mi amada. Pero su expresión cambio bruscamente al ver que yo no moría, y de esa manera pereció, mi dulce sirena somo un triste pescado, al no poder cautivarme con su voz. Si eso paso. Tal cual, sí sí, no te miento. Era una sirena en un bar lleno de marineros. ¿Y qué querés que haga? Y bueno. Pero yo te llamaba para pedirte un favor, sí. Si te llega a preguntar mi mujer, decile que yo no me fuí con la sirena, porque no quise, no porque no pude. Gracias. Chau.

Emmanuel Perèt

Nota: La voluntad y la capacidad de elección han existido desde su creación y han sido expuestas en varios textos como en “La Odisea”. Estas dos características se dan principalmente en el pasaje de Ulises y las Sirenas; en el cual Ulises debe encadenarse y atarse al mástil de su nave para evitar que sus deseos de oír el canto de las dulces sirenas lo lleven hacia la muerte que estas le procurarán.