miércoles, 16 de febrero de 2011

Un premio increíble


Nunca me gané un premio increíble ¿Será un indicio, una pista, para percatarme de una vez, que no soy un tipo afortunado. O sólo será un mero capricho del azar, que se ha empecinado en no dejarme ganar… Un premio increíble?

No lo sé.

Uno de mis encuentros con este misterioso acontecer, me sucedió, cuando tenía tal vez ocho años y había sido invitado a un cumpleaños muy generoso en donde no sólo recibiría regalos el protagonista del festejo, si no que entre la oferta de diversión, se habían repartido entre los presentes un número con el cual se realizarían sorteos a lo largo de la fiesta entregando diversos premios a todos los invitados. Pero mi mala fortuna no sólo quedó demostrada al ser mi número el último en ser elegido, sino que el premio recibido fue una pequeña biblia infantil ilustrada.

Más de una vez creí bajo la filosofía de que cada uno era artífice de su propio destino, que era yo mismo el culpable de tan poca fortuna, teoría que aún no descarto, por no considerarme un amante de juegos de azar, pero aún así ¿Por qué? ¿Por qué nunca me gané un premio increíble?

Sol de verano. Agobiante mes de febrero. Paso por el kiosco y me compro una gaseosa. Al destaparla veo una inscripción en su tapa que me indicaba que dentro de la botella había otra inscripción en dónde diría, con suerte, mi premio increíble.

Luego de tragar la gaseosa, incentivado por la ansiedad, me encontré con la nota que me indicaba, que debía juntar cinco tapitas iguales, más una pequeña suma de dinero de cinco pesos me ganaría un increíble paquete de masitas. Con la esperanza de ir por buen camino, hacia mi fortuna, decidí ingresar al kiosco y comprar cuatro gaseosas más.

Ya con las cinco tapitas en mi poder y con un dolor de panza espantoso, fui en busca de MI paquete de masitas.

En ese momento cuando creí que la suerte estaba en mis manos, comenzó el gran dilema, ya que debía tomar la difícil decisión de elegir el paquete correcto. Empecé a tocarlos, con la idea de sentir una señal, que me develara cual sería el correcto. Pero no sentí nada, así que tomé el que tenía a mano.

Volví a casa con el paquete en la mano, como si llevara algo realmente valioso. Confiaba, creía, que dentro de ese envoltorio se encontraría mi primera vez. Lo abrí muy despacio para darle más suspenso a la situación hasta llegar a la mitad del envoltorio en donde encontré una etiqueta, con un número y una página web.

Luego lo lógico ingresé a la web, me tuve que hacer una cuenta, validarla desde el correo, marcar como correo no deseado, aceptar las publicidades, buscar donde insertar el código y todo para qué? Para ganar un bono descuento del %5 en la compra de un producto lácteo.

Obviamente, lo imprimí y fui a buscar un producto lácteo para hacer uso de MI descuento. Terminé por llevarme una pequeña leche chocolatada a sólo $ 4,25. Y en la caja estaba ella. Si la cajera. Romina, se llamaba Romina porque eso decía su etiqueta, tenía los dientes manchados, pero me deslumbro el brillo en su mirada. Le presente el bono y la caja de chocolatada, con una sonrisa que me supo devolver con mucha simpatía. Y no sé porque razón ilógica y sin sentido pensé que tal vez, los hechos desafortunados me habían guiado para llegar indirectamente al amor de mi vida, que podría ser una cajera del supermercado, aún cuando tuviera los dientes manchados. Podría tratarse… de mi gran premio increíble.

No.

No era.

Pero recién me di cuenta de este detalle luego de pasar seis veces por la caja, con diferentes productos simulando olvidar algo al momento de pasar para reiterar mi acción. Supongo que pensó que sería un psicópata. Un loco. Y tal vez pensó bien. Tan sólo me fui. Tan, solo me fui. Me fui.

A seguir participando.

Emmanuel Perèt

sábado, 12 de febrero de 2011

Enfermo Retrospectivo

No era la manera, pero sentí que era necesario, me encontraba realizando un interrogatorio maldito de preguntas y repreguntas sin fin, con un fin. Con un fin? Si, el mío.

Hombres sudorosos, paredes cerradas, automóviles, gemidos, penetraciones. Imágenes que se agolpaban en mi mente, resonaban a cada momento con estrépitos, generándome palpitaciones, sensación de adrenalina y el pecho partido.

La naturaleza arrolladora, esa de los instintos, la incontrolable y pasional. Me movilizaba, los sentimientos fríos, tal vez como mismo acto de defensa.

Un momento. Basta. No sos vos. No es con vos. Es un acto de violencia morboso contra mí. Si no hubieras tenido sexo con nadie. La pregunta seria… ¿y lo hubieras besado?

Mi lado más irracional, absurdo, la mente y mi cuerpo enfrentados, en una pelea violenta. La mente, mi pensamiento, mío. No puedo pensar dos cosas en simultáneo. O si? No.

Y cuando de pronto, lo presiento, que está por volver ese cuestionario oscuro y retrospectivo. Alto, que lindo día para salir a dar un paseo… se me hace tarde para el trabajo?... Alcánzame el control para ver que hay en la televisión… Unos mates no estarían nada mal.

Emmanuel Perèt

lunes, 3 de agosto de 2009

Pelicula vieja... Está por Volver!



Había pensado en el suicidio alguna vez, pero no seriamente como posibilidad de escape a la realidad. También había recurrido reiteradas veces al alcohol, inspirador del alma, detonante de buenos pensamientos y olvidos momentáneos, pero tampoco era la solución.

Pensó en enamorarse, como si fuera esto cuestión de voluntad propia y muy espaciosamente solía leer algún cuento.

Cualquier método de evasión de lo real le resultaba casi en vano, por la razón, que una vez acabado el efecto; el campo seguía seco y del cielo no caía una gota.

Con los ojos derrumbados, perdidos en un rostro de pliegues encrucijados, Ramón observaba en el aire aquellos años de vacas gordas y pastizales verdes, luego la sequía. Tuvo que vender la mitad del ganado ese año, para darle de comer a la otra mitad. Pero al siguiente año tuvo que venderlo completo para comer el. Por suerte bajo la sombra de un frondoso árbol, la pequeña huerta seguía sobreviviendo, al menos así fue hasta el próximo año cuando al fin Ramón tuvo que marchar dejando tierra seca con melancolía y una ligera opresión en el pecho.


Como se me ha hecho costumbre, desde hace ya unos meses, voy habitualmente a un café, donde nadie toma café, sino uno que otro trago con alcohol. Esa mañana salí con mi paraguas porque llovía y estaba anunciado que el mal tiempo continuaría así, al menos una semana. De vuelta a casa, después del trabajo se me ocurrió hacer mi visita al café.

Sentado sólo, en una mesa con dos sillas, se encontraba Ramón, con la mirada lacrimosa y una pequeña valija marrón desgastada apoyada en el suelo a su lado. Me acerqué y no pude evitar preguntarle que le pasaba. Ramón me miró, dobló levemente una de las comisuras de su boca y me dijo _ Llueve... Vuelvo a mi tierra.


Emmanuel Perèt

jueves, 30 de julio de 2009

Y llueve...



Al mirarla de cerca no tenía ese encanto y esa frescura que siente uno al acercarse a una persona bella. Pero tenía ciertas particularidades que me llamaban la atención y me atraían, como por ejemplo su nariz, algo filosa y caída hacia la punta, con dos orificios muy aireosos, que al ser sincero, me parecían grandes en concordancia con el resto de la nariz. Pero por suerte tenía una boca hermosa... Bueno, tal vez llamarla hermosa sería exagerar un poco, pero sólo un poco si tenemos en cuenta que en verdad me gustaba la mitad de su boca, más específicamente la mitad de arriba, bien dibujada, debajo de un leve bello que recorría la parte posterior de un extremo de la boca, a la otra... Pero no pinchaban.

Sus dientes... Al hablar de sus dientes, en verdad me refiero solo a dos o a lo sumo cuatro, los de arriba que eran los que asomaban en todo m0mento como si el labio inferior no llegara a cubrirlos, eran... Eran...

Sus ojos, si bien tenían los párpados caídos devolvían una mirada llena de ternura, salvo cuando cada Lunes, con pesar, debía comenzar la dieta que abandonaba los Miércoles, para perder esos treinta y cuatro kilitos de más.

Recuerdo claramente el día que nos casamos, pero no recuerdo el porque. En ese entonces ella era... igual que ahora, pero yo no.

Yo fui cambiando, de pronto, la persona que se me presentaba como objeto de deseo, y despertaba en mí las fantasías más apetecibles para el alma que alguien pueda imaginar, ya no inspiraban ni siquiera para elaborar un verso de cuatro estrofas y sin rima. Pensé que no se puede desear lo que se posee con total seguridad, falsa imágen que creo en mí la firma en un papel. Y hoy, cuando ya han pasado setenta y ocho horas de nuestro divorcio, todavía la extraño. Y lloro. Y llueve.

Emmanuel Perèt


El amor?






martes, 28 de julio de 2009

Un nuevo comienzo!

Es la hora 4:18 de la madrugada... y de esta manera se me ocurrió volver... no se si despues de tanto tiempo alguien se acordara de este lugar pero tengo la idea de ir sacando telarañas, refrescar un poco el lugar y darle mas iluminación... Un nuevo comienzo, es a lo que aspiro, en simbolo de esta decisión puse un contador desde 0, y me decidi a escribir algunas palabras... despues de bastante tiempo, no se si por haberlas abandonado yo a ellas o ellas a mi.
Quiero agradecer a la buena gente que estuvo visitando en busca de señales de vida... Aca estoy espero encontrarlos pronto... un abrazo grande...
Emmanuel Perèt

miércoles, 25 de junio de 2008

La Resurreccion...

Debería utilizar este espacio para mostrar producciones de carácter similar a las que se pueden encontrar anteriormente... Pero por cuestiones de respeto a las personas que he "abandonado" casi repentinamente, debo excusarme un poco...
No tengo más novia... Tal vez sea indirectamente una de las razones principales por las cuales hacia bastante tiempo que no publicaba nada... o fue el trabajo? Podria culpar tranquilamente al viento.
El viento Pampeano, que no es el Pampero, es muy incomodo para movilizarse en bicicleta, por esa razon, con un poco de esfuerzo pude adquirir una moto, gracias a la cual no tuve más problemas con el viento... La moto me llevaba a lugares más rapido y sin esfuerzo alguno por lo que gran parte del tiempo que utilizaba para publicar, lo comence a utilizar para pasear... Por tanto pasear me converti en una persona... no muy salidora, pero si poco volvedora a raiz de lo cual, me separé de la que era mi novia... Desde ese momento el trauma post separacion me inclino hacia viejos parajes que habia abandonado y ahogue mis penas en algun lugar extraño que me hizo olvidar que tení un blog en donde escribia habitualmente...
En paralelo con estos hechos, el trabajo de fotografo comenzo a incrementar, la librería siguio igual, y el programa de radio comenzó a funcionar de lunes a sabados, con otras tantas actividades de por medio como algunas cursadas perdidas de facultad y otros intentos frustrados de maestro de teatro por violencia infantil jaja.
Pero bue... después de un breve excusa... aca estoy de nuevo con ganas, ideas y esperanzas de poder seguir alimentando de a poco este espacio dedicado a ustedes.... Gracias.
Y Buena Vida Para Todos!!!
Emmanuel Perèt

viernes, 18 de abril de 2008

¿Porqué estuve una semana sin estar? (Ausente)

Eran las piernas más hermosas que jamás había visto y eran tres.
Su nombre era largo como sus piernas y númerico, pero yo le decía morocha, en honor a esa especie de cabellera gelatinosa y oscura que cubría casi todo su cuerpo.
Al segundo dia, del primer encuentro del tercer tipo, fue cuando en un cuarto de mi quinta, nos dimos nuestro sexto beso.
Parecía, más bien una marciana lunática por su mirada violeta y penetrante. Nuestras conversaciones se limitaron a extraños sonidos guturales y a mil y un caricias provenientes de sus cuatro manos actuando en simultáneo.
Intuí claramente sus intenciones de procrearse, ante lo cual plantee mediante señas que n er lo más recomendable en este momento (*ver video al pie del testimonio) y que podriamos replantear la situación para un fturo no muy lejano, en verdad se lo dije para planear un segundo encuentro.
Durante esos días me despertó con el desayuno, líquido que parecía mate cocido por su áspecto verde, pero tenía gusto bien diferente, planeamos una fuga hacia Venus, le obsequié un celular del cual se comió el chip, y al finalizar la semana le dije que necesitaba un tiempo, que la monotonía había desgastado nuestra relación (*ver video al pie del testimonio) y que lo mejor sería cortar nuestro amor por unos días, para saber cual era el verdadero sentimiento que nos unía.
Algunas personas dijeron que durante esta semana sufrí fuertes dolores de cabeza y fiebre, otras personas demostraron extrañarme, pero la verdad es que yo pase una semana de otro mundo. Qué Buena Vida!!! jajajaja

Emmanuel Perèt